caligrafías de lo ignoto acrílico sobre lino o madera, 100 x 100 cm, 50 x 50 cm, 2009-2011
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Toda obra es una abstracción de algo mayor. Lo ignoto en cambio -como lo “numinoso” en Otto- nos remite a algo que sabemos que existe pero que no podemos definir; mejor aún, que definimos metonímicamente desde la oscuridad y lejanía, es decir desde la poética [visual].

Se trata del intento de una caligrafía previa a la escritura, una proto-escritura, un tratar de escribir para no caer en el abismo de la “nada”, pero al mismo tiempo, de la negativa de la escritura que define “cosas”, que recorta realidades de la “realidad”.

El balbuceo asumido, el deseo íntimo de permanecer en el apronte de la escritura, asume la umbría y allí se garabatea aquello que no ha de ser claro, evitando “hablar” acerca de lo que no podemos conocer. Lo desconocido, lo que no se ha formado aún, y no se debe formar para que no se paralice en su claridad.