Pronto desaparecerá lo ruinoso para dar paso a hermosas construcciones, cumpliendo así las exigencias perentorias del progreso”, anunciaba el diario El Sur el 15 de marzo de 1963, en el contexto de la reconstrucción de la ciudad de Concepción tras el terremoto de 1960.
Medio siglo después, la desaparición de los mosaicos y baldosas originales del edificio Tucapel, evidencian el proceso natural de su deterioro físico. La superposición de nuevas capas intentan aplazar su desgaste, perdiéndose la nitidez de su apariencia original, al igual que la memoria evanescente de sus primeros propietarios, cuyos nombres y apellidos evidencian la heterogénea mixtura que constituye Chile.
La memoria de este progreso inconcluso, junto a la de sus habitantes, quedará oculta bajo el implante de las nuevas pieles que intentarán detener el paso del tiempo. Sólo una mirada atenta logrará adivinar las huellas de la expresión original de este cuerpo, símbolo de una modernidad -hoy caduca pero no superada-, que a pesar de encarnar una política pública habitacional ejemplar, “pronto desaparecerá ruinosa, para dar paso a hermosas construcciones, cumpliendo así las exigencias perentorias del progreso
Medio siglo después, la desaparición de los mosaicos y baldosas originales del edificio Tucapel, evidencian el proceso natural de su deterioro físico. La superposición de nuevas capas intentan aplazar su desgaste, perdiéndose la nitidez de su apariencia original, al igual que la memoria evanescente de sus primeros propietarios, cuyos nombres y apellidos evidencian la heterogénea mixtura que constituye Chile.
La memoria de este progreso inconcluso, junto a la de sus habitantes, quedará oculta bajo el implante de las nuevas pieles que intentarán detener el paso del tiempo. Sólo una mirada atenta logrará adivinar las huellas de la expresión original de este cuerpo, símbolo de una modernidad -hoy caduca pero no superada-, que a pesar de encarnar una política pública habitacional ejemplar, “pronto desaparecerá ruinosa, para dar paso a hermosas construcciones, cumpliendo así las exigencias perentorias del progreso